sábado, 26 de enero de 2013

El tiempo y yo

Tengo el sueño pegado a los párpados, los pies se arrastran solos y me llevan a lugares a los que no quiero ir. Déjame, me siento extraña, siento que mi imaginación se cuela por una grieta de mi cráneo, se escapa y no puedo detenerla. Estoy huraña, una especie de enfado ilusorio se enreda en mi cabello, si cojo unas tijeras y lo trasquilo se caerá al suelo, se retorcerá y se disolverá confundido con el viento. Podría crear pinturas abstractas con mi sangre inquieta, quiero convertirme en arte absurdo.
Me siento cansada, reacia, los años pasan, las agujas del reloj de mi vida se aproximan a una hora más. Y aún así…. No me cambiaría de nuevo por aquella muchacha temblorosa a medio construir. He superado un desierto de arenas punzantes hasta llegar aquí. Llevo el cuchillo de lucha entre los dientes. Tú eres mi oasis, donde me relajo, agua balsámica para mi ser, inocencia y dulzura derretida en mi piel. Alegría burbujeante y comprensión que rocía mi alma agrietada.
A veces me siento muy joven y otras, la edad y los años, me clavan al suelo con raíces profundas, avanzo lenta, reflexiono, miro despacio, pienso en la alquimia perfecta para mezclar sabiduría y justicia.
Llevo un atrezzo gris, anodino, de camuflaje estratégico, a juego con un entorno cada día más plano, juego de disfraces antropológico, sintáctico, universo ampliado de realidades convertidas en acero represivo.
Me pierdo y a veces me encuentro, alegrías y sorpresas, el mundo aún no está perdido, quedan luces de esperanzas repartidas brillando con intensidad, cuando las descubro…soy feliz.



Esta entrada la publiqué hace un año en mi otro blog
http://losrelatosdepatri.megustaescribir.com/2012/01/25/el-tiempo-y-yo/

sábado, 12 de enero de 2013

TENTACION



 No puedo arrepentirme, simplemente no fui capaz de reprimirme más y decidí besarle. Me acerqué, sujeté su rostro y besé sus jugosos labios con pasión. Nadie me puede culpar, sólo hice caso de lo que mi corazón y mi cuerpo me exigían de forma casi dolorosa. También él pudo negarse y no lo hizo, su boca siguió los movimientos de la mía, sus brazos rodearon mi cintura y sencillamente el tiempo se paró en ese instante. Mi mente se quedó en blanco y me concentré simplemente en sentir. Puedo asegurar que ninguno de los dos quería que terminara ese beso para no tener que hablar, para no explicarnos, para no decidir que hacer. Lo único que queríamos era sentir, sin preocuparnos del después. Por mí podía terminar el mundo en cuánto nuestros labios se separaran. Porque siendo realistas nada más podía ocurrir y no necesitaba que él me lo dijera, ni quería oírlo, sólo había querido sentir como eran sus besos, sólo eso, y ahora simplemente quería disfrutarlos, ¿qué tenía eso de malo? Me gustaba su sabor, disfruté mordisqueando su boca mientras le agarraba por la nuca. Comencé a tener calor, a desear más, pero sabía que no debía llegar tan lejos, sabía que después me arrepentiría. Sentía que a él le pasaba lo mismo por el ritmo de su respiración, por la forma de mover impacientemente sus manos por mi espalda. Empecé a pensar que debía parar, aunque no quisiera, antes de que fuera demasiado tarde, antes de que ambos lo lamentáramos y mucho. Me separé bruscamente, colorada y sofocada, nos miramos a los ojos y nos lo dijimos todo, ninguno de los dos quería hablar. Me levanté y me fui.
Cuando nos vemos actuamos con total normalidad, nos sacamos esa espina que problabemente los dos teníamos clavada y ahora ya casi no hay tensión. Ya no he vuelto a tener la tentación de bajar a beber un vaso de agua cuando estoy en casa de mi amiga. Ya no he vuelto a soñar que besaba a su padre.



Este relato lo escribí originalmente para mi antiguo blog:
http://losrelatosdepatri.megustaescribir.com/2011/09/27/tentacion/

sábado, 5 de enero de 2013

LO QUIERO YA

Rosie's Tea Party “Rosie's Tea Party”, por Mark Ryden.

Es una fría tarde de invierno. La gente camina deprisa por la calle enfundada en gruesos abrigos. Nubes de vaho rompen el aire. Incluso el sonido parece haberse congelado, los ruidos se oyen más distantes y menos fuertes. Una chiquilla salta a la pata coja cantando una canción infatil y su voz aguda se impone al resto de transeúntes.
De pronto, la tierra se pone a temblar, la gente se tambalea confusa y asustada, los chillidos histéricos se unen al sonido inquietante de las ventanas tintineando.
Al lado de la tienda de mascotas hay una niña impasible, mira la escena con frialdad, la dulzura de sus rasgos infantiles contrasta con la dureza de sus ojos. Sus padres están a su lado aterrorizados, vencidos, cansados.
-Está bien Sandra, déjalo ya por favor, te compraremos el cachorro que deseas.
La tierra deja de temblar y Sandra tiende la pequeña mano hacia sus padres, juntos entran y le compran un precioso perrito de color blanco. La niña se empeña en llevarlo en brazos y sus padres sin fuerzas para llevarle la contraria se lo consienten. El pobre anilmalillo tiembla y se retuerce asustado y Sandra para que se esté quieto le aprieta fuerte.
Sandra se encuentra en su habitación. Está repleta de juguetes de todo tipo y tamaño. Algunos se hayan desperdigados por el suelo. Hay peluches a los que le sale el relleno por alguna abertura, muñecos sin algún brazo o pierna o incluso sin cabeza, casas de muñecas rotas, y un largo etcétera. La desolación puebla el gran cuarto. Sandrá está sentada sobre sus piernas y su mirada se clava en algo, pronto vemos de qué se trata, es el pequeño cachorro, tumbado, tieso y con sangre que asoma por sus orejas, su boca, sus ojos. La madre de Sandra pasa por junto a la puerta abierta de la habitación y observa asombrada la escena.
-Mamá, no quería jugar conmigo.-Dice Sandra muy seria.
Su madre se marcha apresuradamente, asqueada y al borde de la histeria. Se encierra en su habitación y se echa a llorar. Recuerda el embarazo, los horribles dolores que tenía cuando no satisfacía sus antojos. Era un dolor profundo, lacerante que invadía cada centímetro de su cuerpo y nadie podía explicar, su médico la miraba de forma extraña cuando se lo explicaba, su marido decía que exageraba, que no se comportara como una niña, creyó que se estaba volviendo loca.
Cuando nació Sandra y se la entregaron para que la sujetara en brazos notó que algo no iba bien, había algo extraño y malo en su mirada, y empezó a temerla y a rechazarla. Muchas veces la llamaron mala madre, pero es que ella no sabía que era ser que había traído al mundo. Cuando le daba el pecho le succionaba tan fuerte que le hería y se alimentaba de su leche sanguinolenta.
En cuanto fue creciendo, manifestó unas habilidades mentales maléficas, tenía poderes telequinéticos que siempre usaba con los peores fines. Nunca se podían negar a nada de lo que les pidiera o sabían que provocaría alguna catástrofe. ¿Cómo habían engedrado a esa niña?. Cuando dormía parecía un angelito, sus rasgos eran bellos y dulces, pero dentro estaba dominada por el mal.
Es de noche, Sandra agotada se ha dormido en el suelo de su cuarto, su cabeza reposa al lado del cachorro muerto. Su cabello está rojizo, teñido con la sangre del perrito. Su madre la observa desde el vano de la puerta con el corazón cansado y el alma rota, sus ojos están rojos de tanto llorar. Está agotada, no puede vivir así, esa niña no puede ser suya, tiene que ser hija de un demonio que se está burlando de ellos. No puede seguir así, no le quedan más fuerzas para luchar, para esperar que cambie. Así que se dirige a la cama de la pequeña, coge su almohada y, poniéndola sobre su cabecita aprieta fuerte asfixiándola mientras duerme.



Este relato lo publiqué orginalmente en mi primer blog:
 http://losrelatosdepatri.megustaescribir.com/category/relatos/relatos-de-terror/