viernes, 21 de diciembre de 2012

Despedida (1ª parte de la secuela de Volver a nacer)

Xiao Bai Art

Antes de las clases Sara se pone de pie frente a sus compañeros.

-Quería deciros que me traslado a otra ciudad, a mi madre le han ofrecido un puesto mejor en otro lugar.

La gente empieza a alborotarse, algunas se acercan a besarle y desearle buena suerte, con una sonrisa radiante, tirante, falsa. Todos preguntan o hablan, el bullicio cada vez es mayor. Los ojos de Sara se encuentran con los de Rafa, él está serio, su mirada le atraviesa la mente y el corazón. Incómoda, desvía la mirada, sorprendida por ese gesto cercano al reproche.

Al acabar el día escolar Sara se dispone a marcharse a casa, pero algunos compañeros le cortan el paso.

-¿Te apetece que vayamos a tomar unas copas para despedirnos?

-Lo siento, tengo prisa, hay mucho por hacer todavía.-les contesta incómoda por el repentino interés.

Se encogen de hombros y se van. Sara niega con la cabeza en un gesto de incomprensión. A su lado aparece Rafa. Acelera los pasos, no quiere hablar con él.

-¿Por qué te vas? Ha sido decisión tuya, lo sé.

-No, no lo ha sido, en realidad es un regalo de mi madre, un lugar dónde empezar de cero. En el que no me juzguen y me dejen vivir.

Rafa la sujeta por un brazo para que no siga avanzando, la acerca hasta él y la mira a los ojos.

-No te vayas, sé que me he portado fatal, pero todavía siento algo por ti.-se levanta la manga del jersey enseñándole un tatuaje en la cara interna de su muñeca, un símbolo de infinito.

Sara acaricia el dibujo con la yema de su dedo índice, y mira su propio tatuaje con una leve sonrisa en sus labios.

-Sí, que tontería, ahora estamos condenados a recordarnos. Rafa, es tarde, han pasado demasiadas cosas, yo aquí ya no tengo vida, mi fama me precede.

-Sé que traicioné tu confianza, que no debería contar tus problemas, se me fue de las manos, no creí que los chismes alcanzaran tal magnitud.

-Pues piensa un poquito más antes de actuar.-y continuó su camino.

Rafa le fue siguiendo los pasos.

-Sé lo que has estado haciendo últimamente, la fama también te la buscas tú solita. Cuántas veces te han visto marcharte con hombres, ¿te pagaban?

Sara se da la vuelta y le da un sonoro bofetón.

-No te metas en mi vida, y además seré muchas cosas, pero no soy una puta.

Sara se echa a correr, intentando que los fantasmas no la persigan. Tiene que empezar de nuevo, tiene que pensar de forma positiva, no puede dejar que la tristeza y el odio la acorralen o volverá a buscar su extraño alivio.


Una mañana oscura y lluviosa Sara y su madre se disponen a realizar el viaje que les aleje del pasado. Sara apoya la cabeza en el cristal, donde las gotas repiquetean impacientes. El día es gris como su ánimo, a pesar de querer alejarse de allí, también le apena, recuerdos malos y no tan malos se retuercen en su interior. Cuando mira a su madre ve como alguna lágrima rebelde se desliza por su cara. Sara le acaricia el brazo. Cuánto hace su madre por ella, a su edad es fácil empezar de nuevo, pero a la edad de su madre es una empresa más complicada. Mientras se van alejando cada rincón de la pequeña ciudad le recuerda algún momento de su vida. El parque dónde jugaba de niña, y en el que había ido alguna fiestecilla nocturna con sus antiguos amigos, desparece ante sus ojos.

Cuando baja la vista a sus manos ve que debajo de la manga del  jersey  asoma un trozo de su tatuaje, “infinito siempre nos querremos de forma infinita”. Rafa había sido su mayor apoyo después de aquel trágico verano, pero cuando no supo como afrontar los problemas de Sara buscó ayuda en los demás, y ésta se convirtió en una persecución contra ella, la gente siempre persigue y condena lo que no entiende.

-Mamá, ¿estás bien?

-Sí, no te preocupes hija, un poco de melancolía, nada más.-la madre de Sara sonríe de forma débil.

A Sara, cada vez le pican más los ojos, los párpados se le hacen más pesados, apenas ha dormido por la noche con los nervios, además los recuerdos le tendieron una emboscada dejándola en vela. Finalmente cierra los ojos y se queda dormida.

Continuará...

Si has elegido la línea de la alternancia de capítulos aquí te dejo el enlace a la siguiente parte:
http://losrelatosdepatri.blogspot.com.es/2012/12/aquel-verano-1-parte-precuela-de-volver.html

Aquel verano (1ª parte precuela de Volver a nacer)

Xiao Bai Art

En la noche de sus catorce años Sara se despide de las vacaciones de verano en brazos de Juan. Sentados en la puerta del jardín de los abuelos de Sara, apuran las últimas horas juntos. Al día siguiente, sus padres se la llevan de vuelta a casa, atrás quedarán esos días inolvidables de risas, caricias y besos. A su mente llega el recuerdo de aquella noche en la playa, cuando Juan empezó a acariciarla de forma urgente mientras su respiración se empezaba a acelerar. Ella se dejó llevar, le dejó hacer para que no se marchara de su lado. Todo fue muy confuso y rápido, el cuerpo de Juan presionando contra el suyo, empujando, mientras un dolor sordo estallaba en sus entrañas. Mordió su labio y calló, dentro se agitaba la sensación de que ese momento debería haber sido diferente. Ocurrió más veces. No le dolió tanto, pero la sensación de incomodidad, de irrealidad le acompañaba en todas las ocasiones, una mezcla de dolor y placer culpable escalaba por su garganta. Creía que si estaba dispuesta siempre, no le dejaría al acabar las vacaciones, seguirían juntos en la distancia. Pero no fue así.
-¿Me llamarás?.-le pregunta Sara con un hilo de voz.
Juan se separa bruscamente de ella y la mira.
-No, nena. ¿Qué sentido tiene? Este verano ha sido genial no lo estropeemos intentando alargarlo.
El corazón de Sara se agrieta.
-Pero, creí que te importaba. Hicimos cosas que...
-Sara, no seas cría. Eso lo hace todo el mundo y, ¿crees que se quieren?. Lo pasamos bien, ¿verdad? y es lo que importa.
Sara recuerda a Juan frotando su clítoris con fuerza, enterrando sus dedos en su vagina, "Venga nena humedécete ya que hay que empezar".
-Yo lo hacía porque a ti te gustaba.
-¡Qué tontería! si tú gemías como una perra en celo, no me vengas con cuentos.
Juan se levanta para marcharse y Sara, que se niega a que todo termine así, se abraza a sus piernas.
-No te vayas, escúchame, ¿no podemos seguir en contacto?
-Sí, te agregaré al facebook, ¿contenta?, y ahora, ¡suéltame!.-dice Juan molesto.
Sara sigue aferrada apretándole con fuerza mientras las lágrimas resbalan por su rostro, un gimoteo que no es capaz de reprimir irrumpe en su boca.
-¡Tía! Ten un poco de dignidad.
Sara no le suelta, sus sollozos son cada vez más fuertes.
Juan se impacienta intentando librarse de ella hasta que llega al límite de su tolerancia. Entonces, agarra a Sara por el pelo.
-¡Qué me dejes tía!
En ese momento, el padre de Sara sale de casa. Al ver la escena acude corriendo a protegerla.
-Suelta a mi hija.
-Que me suelte ella a mi primero, es una pirada.
El padre de Sara furioso, agarra a Juan desde atrás y lo separa de su hija. Éste, se revuelve bruscamente y le pega un fuerte empujón. Los caprichos del destino disponen que en ese instante un camión pase por la carretera llevándoselo por delante.
Sara grita. Juan retrocede asustado y se escapa corriendo. Las persianas de la vecindad se levantan. La madre de Sara sale corriendo de casa. Y entonces, el mundo parece quedarse congelado.


Continuará...

Si has elegido la línea de la alternancia de capítulos aquí te dejo el enlace a la siguiente parte:
http://losrelatosdepatri.blogspot.com.es/2012/12/despedida-1-parte-de-la-secuela-de.html 

lunes, 17 de diciembre de 2012

No sé

Sólo sé que no sé,
y cuando sé, que no entiendo,
y cuando no entiendo, lo intento.
Sólo que sé que no hay blanco, ni negro.
Que la luz, no siempre es buena,
que la oscuridad, no es lo peor.
Que lo cierto, puede no serlo,
y lo falso, a veces, es lo verdadero.
Que el mundo es absurdo,
pero no por absurdo es malo,
que hay malo en lo bueno,
y en lo bueno, lo peor.
Sólo sé que a veces no sé quién soy,
que todo lo que sé, se me olvida,
y lo que había olvidado,
al fin, lo recuerdo.
Que la vida es un puzle,
donde las piezas no siempre encajan.
Sólo sé que a veces estoy del revés,
y que todo lo que siento, se ve.

sábado, 15 de diciembre de 2012

Volver a nacer

Dibujo Xiao Bai Art


Sara siente como su cuerpo se relaja, su tensión ha desaparecido en ese momento y siente la languidez que la embarga después del orgasmo, desmadejada, y ahora después de la urgencia, vacía.

-¿Ya estás tú también no?.-le dice él y se retira.

Sara calla, y se queda quieta con la mirada perdida. Oye como él le habla, haciendo cumplidos absurdos, como por compromiso. Es mayor que ella, no sabe cuánto exactamente, pero intuye que rebasa los treinta. Es fácil encontrar un hombre para estos momentos, ellos siempre tienen ganas, y a muchos poco le importa quién seas y cuántos años tengas. Ahora es cuando después de la ceguera, del ansia por disolverse, le sobreviene la angustia, la sensación de desprecio por sí misma. Pensar que ese desconocido la invadido de esa forma le hace sentir mal. Como siempre. Ahora tiene ganas de llorar, o de cosas peores.

-¿Qué hora es?.-le pregunta Sara.

-Las tres de la mañana.

-Mierda.-se levanta con rapidez y empieza a vestirse.-tenía que estar a las dos en casa.

-Pero, ¿tú cuántos años tienes?

-Dieciséis.-le dice apresurándose.

-Podías habérmelo dicho antes, ahora ya ni se sabe la edad qué tenéis tal como vais, con esa ropa y ese maquillaje. Si fueras mi hija...

-Ya.-responde ella de forma seca.

El tío empieza a fijarse en las cicatrices que tiene en los brazos.

-¿Quién te ha hecho eso?.-le pregunta.

-¿Y a ti qué te importa? Me doy el piro. Gracias, supongo, o quizás deberías dármelas tú.-le dice de forma mordaz.

El tío se encuentra sin palabras ante esa muchacha, pensando en lo rápido que crecen, en lo deprisa que se vuelven cínicas.

Sara ya está en la calle, corriendo, sintiéndose mal de nuevo, ha roto el pacto. Su madre la estará esperando. No sabe cómo, pero siempre la acaba cagando.

Entra en casa y ve la luz del salón encendida. Su madre sale a su encuentro y la mira, seria.

-Ya sabes lo que pasará ahora.

Sara baja la cabeza.

-Sí, lo sé, lo siento.

-Estarás castigada todas las Navidades sin salir.

Sara se inquieta.

-¿Todas? Y que voy a hacer, ¿estar encerrada siempre en casa?

-Ya sabes lo que habíamos acordado. Sara, ¿qué ha pasado?

Baja la mirada avergonzada, le duele ver de nuevo la decepción en los ojos de su madre. No hace nunca nada bien, una sensación de angustia, de odio por sí misma muy conocida le nace de las entrañas.

-No me di cuenta de la hora.-dice excusándose.

-¿Has estado haciéndote daño otra vez?.-le pregunta cogiendo su brazo.

-No de esa forma, mamá.-se muerde el labio, no quiere hablar de eso con ella, no quiere que conozca sus abismos. Un dolor sordo se enciende dentro arrasándolo todo, está al borde las lágrimas.

-Mañana hablamos, no quiero que vuelvas a estar así, si vuelves a necesitar ayuda te la daré, pero no vuelvas a aquello. Sabes que te quiero, ¿verdad?

-Sí, mamá.

-¿Entonces?

-Todo es muy complicado. No sé que me pasa.

-Ahora acuéstate y descansa, mañana hablamos.-le dice y besa su mejilla.

Se mete en el  baño y se mira en el espejo. Su mirada es oscura, dentro se agita algo que no comprende. Se desmaquilla, se lava los dientes y se prepara para acostarse. Una vez en la habitación se siente en su reino, en la tranquilidad y soledad donde puede desahogarse, necesita hacerlo, aunque haya prometido no repetirlo. Piensa en como llevarlo a cabo sin dejar marcas. Busca en su cajón la aguja que todavía conserva. Se la clava en el dedo por debajo de la uña, siente el pinchazo, ve la sangre que brota. Se mete el dedo en la boca para limpiar la sangre y después aprieta fuerte la uña. Siente el dolor físico, lo necesita para borrar la angustia y el horror que le araña por dentro. Llora despreciándose y se aprieta con más fuerza la uña, quisiera hacerse más daño, pero se conforma. Se duerme así, mordiendo el dedo sintiendo que el dolor le apaga los pensamientos.

Sara desayuna en la mesa de la cocina, tiene entre las manos una taza de leche con cacao y la vista perdida. En su mente baila una imagen de su padre, recuerda como la cogía entre sus brazos y cualquier problema que tuviera se disolvía. Y ahora, no está, se fue y se llevó todo lo que bueno que ella tenía. Ahora, a su madre le había quedado la peor parte. Aprieta  la yema del dedo con fuerza contra la mesa, hay un rastro de sangre bajo la uña. Su madre la sorprende así, mirando ese dedo que aprieta.

-¿Qué te ha pasado?

-Nada.-dice Sara escondiéndolo contra la palma de su palma.

-Sara, mírame, ¿está pasando de nuevo?.

Sara desvía la mirada sin saber si reconocerlo o negarlo, quizá sea mejor que sea sincera con su madre, quizá así pueda salir de esta espiral que vuelve a ahogarla.

-Sí, ayer me hice un poco de daño.

Su madre le mira alzando las cejas.

-¿Un poco?

-Sólo fue esto, y mamá... no sabes cuánto me costó contenerme para no hacerme más.-la mira con ojos suplicantes.

Se pierden una en los ojos de la otra y recuerdan aquel día, Sara con la sangre escurriéndose por las piernas, mientras acudía a su madre, con las bragas teñidas de rojo en la mano. “Mamá se me fue la mano”, le había dicho, después de llevar un mes sin cortarse buscó un lugar donde no se viese y lo hizo en el interior de los labios mayores.

-¿Por qué ha vuelto a empezar?.-le pregunta su madre.

Sara no sabe si contarle todo.

-Busqué otra forma, pero... al final me hace sentirme peor.

-¿Otra forma?, ¿qué forma?, y, ¿por qué necesitas ahora estas cosas?

-Mamá, creo que nada tiene remedio, la gente no olvida, te estigmatiza, no sabes lo sola que me siento, no tengo amigos, nadie en quien pueda confiar, todo el mundo habla de mí. Yo lo intenté, pero, mi confianza se tambalea y todo se vuelve oscuro y confuso.

-Pero, ¿por qué no acudiste a mí? En mí sí que puedes confiar, ya sabes que lo doy todo por ti, Sara. No quiero que caigas, ¿no ves que eres maravillosa? ¿qué importa lo que piensen los demás?

-Mamá, no quería preocuparte, bastante tienes tú con tus cosas. Y sí que importa, cuando es todo el mundo, cuando te aíslan y solo acuden a ti para aprovecharse.

-Eres lo más importante de mi vida, y quiero que acudas a mí, siempre. Todo tiene solución, hija. ¿Te gustaría empezar de cero? ¿Qué nadie conociera tus “errores” pasados?

-Sí, es lo que más me gustaría en el mundo, otra oportunidad.

-Llevo tiempo meditando pedir traslado a otra ciudad, así tendrías tu oportunidad, pero después no habrá más excusas.

Los ojos de Sara se abren mucho y su boca se convierte en una sonrisa.

-Lo prometo mamá, pondré todo mi empeño en ello.

Y así fue, como Sara, volvió a nacer. 







Si queréis continuar la lectura de esta historia tenéis tres formas:
1. Leer de forma lineal los hechos sucedidos en el pasado, la precuela de la historia. Si queréis seguir esta línea hacer click en el siguiente enlace:
http://losrelatosdepatri.blogspot.com.es/2012/12/aquel-verano-1-parte-precuela-de-volver.html
2. Leer de forma lineal los hechos sucedidos en el futuro, la secuela de la historia. Si queréis seguir esta línea hacer click en el siguiente enlace:
http://losrelatosdepatri.blogspot.com.es/2012/12/despedida-1-parte-de-la-secuela-de.html
3. Podéis unificar la historia alternando los saltos en el tiempo en ese caso elegís empezar por una de las líneas y vaís alternando las partes de la precuela y la secuela a vuestro gusto.